Mientras se iba aprobando el matrimonio
entre personas del mismo sexo en los países de mayoría católica y
protestante, el gobierno ruso ha sido el único de un país cristiano
que ha prohibido la propaganda de la homosexualidad. Y no sólo eso:
también ha prohibido que parejas homosexuales adopten niños de
aquel país. De esta manera, este tema genera hoy día la mayor
discrepancia moral del mundo actual, dividiéndolo prácticamente en
dos: ¿estamos ante la “liberación de un grupo históricamente
reprimido con los mismos derechos que el resto” o ante una
imposición subrepticia de una tendencia artificialmente impulsada?
¿Hay algún poderoso grupo en la sombra que pretenda socavar la
institución que vértebra la unidad entre hombres y mujeres?
¿Existían todos esos homosexuales antes o ha sido la propia "Propaganda" la que les ha hecho creer que nacieron con una tara
congénita para relacionarse sexualmente con el sexo complementario?
Es preciso hacer un poco de historia
para conocer cómo ha sido posible este monumental cambio de valores
sobre la base de la sociedad humana.
HISTORIA RECIENTE
Es innegable que los últimos 30 años
han supuesto una formidable expansión del Movimiento Gay como
ninguna otra tribu urbana antes había conseguido. Porque eso, una
tribu urbana, fue el movimiento gay en un principio, como los punks,
los rockers o los hippies, por poner sólo unos ejemplos. La gran
diferencia es que el Movimiento Gay nació en una fecha bien precisa,
coincidiendo con la reunión anual de la élite mundial en el Soto de
Bohemia de San Francisco, donde rinden tributo al dios
Moloch... y se enzarzan en actos homosexuales.
(Reconocido por el presidente Richard
Nixon: ver vídeo:
Aunque hoy día se ha convertido en un
acontecimiento en numerosos países, la mayor parte de la gente
desconoce por qué se comenzó a celebrar como una fiesta la
segregación sexual, es decir; el día en que se condena a los
hombres y las mujeres a ir cada uno por su lado y no vivir el Amor.
Para acabar el engaño, lo llamaron el “orgullo gay”, el orgullo
de la “alegría”, que es lo que significa esa palabra en lengua
castellana; la fiesta del hedonismo.
El día 28 de junio, día de “San
Adán”, se celebra al “hombre nuevo” con una gran marcha
patrocinada por todos los gobiernos del mundo donde este movimiento
ha triunfado. La mayor parte de los países católicos de Europa y
América celebran la festividad del “Día del Orgullo Gay” como
un homenaje a los sucesos que, oficialmente, dieron origen a este
movimiento. Poca gente conoce la verdad o, más bien, la leyenda de
esos sucesos.
El día 28 de junio de 1969, la policía
de Nueva York entra en un bar del Greenwich Village de Nueva York
donde se reunían algunos hombres que practicaban la homosexualidad y
realiza una redada que fue interpretada como una “agresión a sus
derechos”, generando una ola de protestas por parte de estos
colectivos; una especie de sublevación. A pesar de que lo cuenta
hasta la Wikipedia, la historia oficial ha olvidado que el bar "Stonewall era propiedad de la familia mafiosa Genovese" y en él, además de
homosexuales, se daban cita diferentes estereotipos asociados al
“hampa de aquella época", como travestis, prostitutos, ladrones,
traficantes de droga... Primera flagrante mentira.
La historia oficial nos cuenta que,
después de ese suceso, se originó un movimiento social que luchó
duramente para que la homosexualidad fuera convertida en una
tendencia “normalizada”. La realidad es que tan sólo cuatro años
después del suceso de Stonewall, la homosexualidad fue retirada del
vademecum de enfermedades psiquiátricas de Estados Unidos que dicta
“lo que está bien y lo que es de locos”. Demasiado rápido,
¿verdad? Es decir, que más bien el suceso de Stonewall fue
pergeñado cuidadosamente para dar lugar al posterior movimiento; a
la manera de las revoluciones prefabricadas que hemos visto en los
países árabes, o Ucrania, a principios del siglo XXI. Lo que hoy se
conoce como una “bandera falsa”.
Pero, para entender mejor ese extraño
suceso, por el que una conducta considerada hasta ese momento tabú
en todas las civilizaciones humanas modernas, se convirtiera, casi de
repente, en un arquetipo del éxito en la sociedad capitalista, hay
que ir un poco más atrás: entender la justificación ideológica y
científica para este cambio de tendencia. Conocer a sus ideólogos.
En los años 50, un zoólogo influido
por Freud llamado Alfred Kinsey, hijo de un predicador muy represivo
con el sexo, decide investigar la conducta sexual humana con el mismo
método con el que lo había hecho años atrás con los animales: sin
tener en cuenta los sentimientos ni la moral. Quizás os convenga
saber que su propio colaborador, Paul Gebhard, afirmó en el vídeo
“Historia secreta, los pedófilos de Kinsey” que al doctor le
gustaba practicar el sexo con hombres, niños y animales...
Tras conseguir financiación de la
Fundación Rockefeller, Kinsey decide realizar una encuesta sobre
preferencias sexuales, para cuya muestra sociológica seleccionó...
¡a 2.500 convictos por crímenes sexuales, que cumplían condena en
la cárcel por pedofilia, abuso sexual o proxenetismo! Gracias a tan
poco objetiva muestra, llegó a afirmar que el 4% de los humanos era
homosexual toda su vida, un 10% lo era durante 3 años y el 25%
tuvieron alguna experiencia de este tipo a lo largo de su existencia.
Por aquel tiempo se libraba una cruda
batalla ideológica y científica entre el poder de los genes y la
cultura, como los dos caminos para explicar el comportamiento humano;
la genética era asociada con la derecha, como lo inmutable, y la
cultura y la educación eran consideradas de “izquierdas”, porque
se podían cambiar, es decir, “educar”. Apoyado en la moda de la
preponderancia de la genética y en la confusión sobre lo que es
hereditario y qué es innato/genético, Kinsey llegó a afirmar ¡el
tremendo absurdo de que la infertilidad, o la fobia al sexo
complementario, es heredada!
En el año 2000, tanto el Proyecto
Genoma como el Proyecto Celera que publicaron el mapa genético
humano coincidieron al afirmar que “no existe un gen de la
homosexualidad”, es decir, que la homosexualidad no es una conducta
innata. Pero en aquella época, obviamente, todavía había mucha
confusión.
Durante los “años hippies”, en los
que la izquierda tenía el poder asociado con la vitola del
“progreso”, se insistía mucho en el benéfico papel de la
cultura, dando por hecho el supuesto freudiano de que la represión
de la sociedad sobre el sexo había sido el origen de todos los
males. Aunque Freud asoció las conductas homosexuales (fobia al sexo
complementario) a una relación traumática con cada uno de los
progenitores que impedía una correcta identificación con su género,
lo cierto es que sus seguidores llegaron más lejos al afirmar que no
había ninguna conducta moral específica asociada con la sexualidad,
de manera que todas las consideradas perversiones (homosexualidad,
pederastia, zoofilia) se convirtieron en “opciones sexuales”. Es
decir, los “hijos de Freud” que alumbraron la “sexología”
comenzaron a disociar el sexo del amor, siguiendo la estela de la
separación entre cuerpo y mente, y genética versus cultura, en la
creencia de que el hombre nace egoísta por naturaleza y es la
sociedad la que le inculca los valores positivos. Que la Naturaleza
es el Mal, vaya.
Siempre imbuidos por esta batalla entre
genes y cultura, en la que los primeros se asociaban a Dios y la
segunda, a la libertad, otro seguidor de Freud, el psicólogo John
Money, quiso demostrar con un experimento con gemelos que
el sexo no tenía por qué corresponder con el género.
Es decir, que el primero es un hecho biológico innato pero el
segundo se elige, y con él, “la orientación sexual”; otro
concepto que empezó a popularizarse en aquel tiempo y que no
necesariamente estaría ligado a su sexo original, abriendo la puerta
a la normalización de la transexualidad. Que la “Naturaleza” se
puede equivocar al otorgar una “identidad de género” diferente a
su sexo aparente.
Estamos a principios de los años 60,
cuando ocurrió otro de esos sucesos extraños que nos hacen pensar
en la existencia de una conspiración.
Resulta que el maquiavélico John Money
apareció en un canal de TV norteamericana mostrando al primer
transexual de la historia como un logro más de la ciencia... justo
cuando una madre judía había parido un par de gemelos, uno de los
cuales había perdido el pene en la circuncisión ritual realizada
por este pueblo. ¡Lo que Money estaba buscando, qué casualidad! (La
mejor manera de comprobar qué es genético y qué cultural, es
comparando dos gemelos, que tienen el mismo material genético).
Pues nada: como la familia Reimer
estaba viendo el programa de TV, contactaron al terrorífico Money,
el cual les aconsejó que practicaran a su niño una vagina
artificial, le criaran como una niña y nunca le contaran la
verdad sobre su origen. Dado que, según su teoría, la identidad
sexual no se generaba hasta los cuatro años (es algo “educacional”,
recuerda), el niño crecería como una niña y no habría más
problemas. Tras años “educando” a los dos gemelos varones en su
diferencia sexual, Money consideró que el experimento había sido un
éxito, porque a los 7 años el niño parecía una niña, a resultas
de lo cual, escribió el libro “Man and woman, boys and girls”,
explicando que el niño había adquirido la “identidad sexual” de
una niña, sin problemas, artificialmente. Esa era la prueba, para
estos sexólogos, de que la identidad sexual y la orientación de su
pasión eran culturales y no innatas, de manera que se podía
elegir... ¡O manipular!!!
Así nació la Teoría de Género, una
doctrina que unía al movimiento gay y el feminismo en torno a la
culpabilidad de la virilidad de todo lo malo de la historia, y que
incitaba a la mujer a tomar el mando y al hombre a feminizarse, paso
previo para su posterior homosexualización. Sin duda, condicionados
por los planes de la élite como los Rockefeller, que habían creado
este movimiento, la ONU acabó convirtiendo esta teoría en política
mundial en 1994 durante la Conferencia celebrada en Pekín, como base
para la descomposición de la familia tradicional (que tiene hijos).
Desde entonces, el Banco Mundial ha donado cientos de millones a los
gobiernos de todo el mundo para que desarrollen “políticas de
género”, consistentes en adoctrinar en las teorías de los
psicópatas Kinsey y Money; inculcando el complejo de culpa por ser
varón, de víctima por ser mujer y, por tanto, instando a cada uno
de los sexos a no relacionarse amorosamente con el otro. En
definitiva, a no fundar una familia.
De lo que los enteramos a la luz del
extraordinario documental “John Money y el niño sin pene” es que
el gemelo Reimer acabó descubriendo su innata virilidad cuando llegó
a la adolescencia y comenzó a experimentar atracción por la mujer,
a resultas de lo cual, su madre acabó confesándole la verdad. Acto
seguido, David decidió implantarse un pene y, posteriormente, acabó
casándose con una mujer viuda y adoptando a sus hijos. Es decir, que
no sólo el experimento de John Money fue un fracaso sino que toda la
teoría que se construyó a partir de ahí (La Teoría de Género) es
un gigantesco fraude científico y una manipulación de tamaño
histórico: el Género deriva del Sexo, hasta etimológicamente. ¡Por
algo la palabra “gen-éro” deriva de “gen”!
Pero no sólo eso: los traumas
generados por el psicópata que inventó la Teoría de Género
hicieron que el gemelo Reimer “varón” se suicidara y,
posteriormente, también su hermano David, el niño criado como una
niña. Estas dos muertes, culpa de este psicópata, marcan el
nacimiento de la política que acabaría imponiéndose en el mundo
“civilizado” y enseñándose en ¡universidades y colegios como
educación sexual!
En el siguiente y excelente vídeo
podéis conocer toda esta historia en profundidad.
LA HISTORIA EXAGERADA
Hoy día es una palabra de uso
generalizado pero poca gente sabe datar el comienzo del vocablo
“homosexualidad”. En realidad, su uso en contraposición a la
“heterosexualidad” fue obra de un alemán llamado Ulrich,
homosexual por supuesto, quien en 1869 (¡Justo 100 años antes del
suceso de Nueva York!) inventó esa falsa dualidad
homosexualidad/heterosexualidad. Siguiendo el modelo hegeliano del
enfrentamiento de opuestos (tesis-antítesis-síntesis), propuso que
había personas que “nacían” con una tara para relacionarse con
el sexo complementario; que la esterilidad (o la impotencia) se
heredaba, vaya. Por aquella época, Alemania estaba viviendo una
recuperación de los valores de la Grecia clásica e, imbuidos de
romanticismo y una clara misoginia, reivindicaron que los hombres
homosexuales eran una categoría superior de seres, por el mero hecho
de no mezclarse con la mujer. Dos teorías explicaban la
homosexualidad en aquella época: una, que el hombre homosexual tenía
en su interior un alma femenina y la otra: que su masculinidad era
tan viril que le impedía relacionarse con el otro sexo. Puede que te
resulte curioso saber que el propio Frederick Engels escribió a su
amigo Carlos Marx alertándole del poder de la secta gay en esos
mismos años. Y es curioso, también, porque, paradójicamente, el
movimiento gay y la guerra de sexos serían una derivación de las
ideas marxistas de la guerra de clases. También es significativo
que, en todo momento, Engels asocie homosexualidad con pederastia, al
igual que en la Antigua Grecia.
Lo cierto es que la homosexualidad ha
sido una corriente subterránea dentro de las élites a través de
las logias de iniciados, comenzando por los propios templarios (la
sodomía fue una de las razones por las que fue disuelta) y acabando
por los mismísimos nazis, puesto que varios de sus líderes, como
Rudolf Hess o Ernst Rohm eran jefes de cuerpos en los que
seleccionaban a guerreros homosexuales, a la manera de algunos
ejércitos griegos. Poca gente sabe, sin embargo, que el símbolo del
triángulo rosa nazi, que acabó siendo adoptado por el movimiento
gay, ¡era como identificaban a los pederastas en la Alemania nazi!
Precisamente, uno de esos nazis pederastas, el aristócrata alemán
Von Bullaseck, sería el mejor informador sobre estas prácticas...
¡de Alfred Kinsey, ideólogo del movimiento gay! ¡Le pagaba dinero
por contar sus atrocidades!
EL ROBO DE LA BANDERA DEL ARCOIRIS
Aristócratas, artistas, científicos y
políticos pertenecientes a sectas y logias conectadas con la
Antigüedad, particularmente ateniense, defendieron a principios del
siglo XX que la homosexualidad era la manera en la que se expresaba
la “élite cultural” (y política).
La realidad es que es cierto que una
cierta élite en esas sociedades antiguas practicaban la
homosexualidad, pero hasta la Wikipedia reconoce que esa
homosexualidad era pederástica y que, más que un amor entre
iguales, era una prostitución poco encubierta para que el efebo se
promocionara en el mundo de la cultura y los negocios. Diversos
escritos han desmontado la leyenda de la extendida homosexualidad en
la Grecia ateniense, poniendo de manifiesto que en Grecia la
homosexualidad no estaba tan bien vista como nos han contado, como
éste que os recomiendo:
Por ejemplo, tanto en la sociedad
ateniense como en la romana estaba mal visto que el aristócrata que
practicaba la pederastia “tomara” de su efebo porque así perdía
su virilidad. Es decir, que la homosexualidad no era un asunto “entre
iguales” sino un acto de sumisión sadomasoquista. Todas estas
verdades fueron convenientemente enterradas por las leyendas urbanas
inoculadas por el movimiento gay, que llegarían a convertirse ¡en
materia de estudio en los colegios! (Asignatura “educación para la
ciudadanía”, en España, durante la era Zapatero).
El caso es que estas sectas de raíces
babilónicas a las que pertenecía Alfred Kinsey (y probablemente
Money) aprendieron del satanista Aleister Crowley sobre el poder de
la sexualidad en la creación de hechizos y, particularmente, los
rituales con jovencitos. De ahí que, en sus primeros tiempos, la
organización norteamericana que pretendía legalizar la pederastia
(NAMBLA) marchara dentro del Orgullo Gay y que varios de los
fundadores del movimiento, como el poeta beatnick Allen Ginsberg, el
comunista Harry Hay y el propio Alfred Kinsey, también defendieran
el sexo con niños como parte de la “revolución sexual”. Sólo
mucho tiempo después, se desligarían ambos movimientos. Aunque hoy
día aparentemente la pedofilia no sea un tema defendido por el
movimiento gay, como estamos viendo, siempre han estado muy unidos;
todos ellos bebían de las (supuestas) fuentes griegas y romanas, y
de los rituales en honor a Satán en los que se ofrecía el sexo con
niños. Como curiosidad, la película de Roman Polanski “La
semilla del Diablo”, de 1968, hacía nacer al Anticristo en la
fecha del 28 de junio: ¡la fecha en la que nacería el movimiento
gay!
En los últimos años, en algunos
países como Holanda, se han creado iniciativas para legalizar y
normalizar la pederastia, siguiendo exactamente el mismo esquema que
antes se utilizó con el movimiento gay: aludiendo a la libertad de
costumbres y queriendo hacer creer que el pederasta nace con esa
inclinación.
A finales de los años sesenta, y
dentro de la “revolución sexual” originada por los seguidores de
Freud, que impulsó al movimiento hippie, se comenzó a popularizar
la homosexualidad. El que se incluyera dentro del movimiento hippie
responde a la doctrina freudiana de la “liberación sexual” para
la que “todo estaba bien y había que liberarse de la opresión
sobre el sexo”. Como ejemplo, el líder del mítico grupo Mamas &
The Papas, John Phillips, vivió una relación incestuosa durante
largos años con su hija. Recientemente, el más famoso locutor de la
BBC de aquella época del rock and roll, Jimi Saville, se demostró
que buscaba niños y niñas para prostituirlos ¡en los mismos
orfanatos que patrocinaba para las fiestas sexuales de la
aristocracia de linaje... y la espectáculo! En medio de este
gigantesco escándalo, el primer ministro británico David Cameron,
fue interpelado hace apenas unos meses por un periodista sobre
algunos Lores implicados en estas redes pederastas y su respuesta,
balbuceante, fue que “esa investigación no puede continuar porque
podría perjudicar a los gays”. (??)
Las aventuras homosexuales de rockeros
como David Bowie, Mick Jagger o el propio Elton John responderían a
toda esta época de desenfreno de los años 70. Curiosamente, los dos
últimos recibieron el título de “Sir” por parte de la Reina de
Inglaterra...
Todavía es más curioso conocer que el
movimiento hippie fuera enviado a la clandestinidad a raíz de la
propagación de la heroína y el LSD que tumbó a esa generación, y
que la bandera del arcoiris, tradicional símbolo de la conexión con
la Naturaleza... ¡fuera recogida, en ese mismo año 69, por un
movimiento, como el gay, que está en contra de ella! Eso sí,
curiosamente, a la “bandera del arcoiris gay”, le falta uno de
los siete colores: ¿una subliminal referencia a que están en contra
de la Naturaleza?
No sólo eso: mientras que la leyenda
de los hippies quedaría enterrada en el baúl de lo prohibido, el
movimiento gay iría tomando cada uno de los campos de la cultura y
los medios de comunicación, hasta capitalizarlos en cada uno de los
países, como una auténtica secta, con el agravante de que es la que
genera los valores y, por tanto, la que señala el camino del Bien y
del Mal. El seguro agente de la CIA disfrazado de artista, Andy
Warhol, y su cohorte de travestis, gays y drogadictos marcarían el
camino de la exaltación del “arte basura” para copias europeas
como Pedro Almodóvar en España, aupado al éxito por el periódico
ligado al Club Bilderberg, El País. En 1983, el “profeta gay
español” ya anticipaba la “adopción homosexual” con su
canción “Voy a ser mamá”, cuya clarísima letra puede aclarar
la polémica suscitada en Rusia. Curiosamente, Andy Warhol llegó a Madrid, para dar
el “pistoletazo de salida” de la llamada movida madrileña,
capitaneada por Almodóvar, ¡EN ESE MISMO AÑO 1983! Sus películas,
de clara propaganda gay, como Entre Tinieblas o La ley del deseo,
estarían siempre apoyadas por el diario del poder político mundial,
El País.
El cine abriría sin duda el camino
para la telebasura del siglo XXI, que siempre estaría comandada por
presentadores y productores pertenecientes al movimiento gay cuya
bandera ideológica es la superficialidad, la exageración, la
falsedad y, sobre todo, su odio al amor entre Hombre y Mujer. De
rebote, el propio éxito de estas personas induciría a los jóvenes
a hablar afeminadamente como fórmula de promoción social.
La misma conexión drogas--movimiento
gay se repetiría en las ciudades del mundo donde más se expandió
este movimiento: Nueva York, Londres, Berlín, Amsterdam, Madrid y
Río de Janeiro. Es sabido que muchas drogas desencadenan el deseo
sexual y, con el movimiento feminista golpeando fuerte la guerra de
sexos, el varón castrado encontraría en la tribu gay el lugar donde
podría satisfacer ese instinto (y, encima, ¡le buscarían buenos
trabajos!).
Esta es otra de las pruebas de que el
movimiento gay ha sido una ingeniería social y no una liberación de
unos instintos reprimidos.
El mundo de la moda quizás sea el
ejemplo más claro de todo esto: capitaneado casi exclusivamente por
diseñadores (y estilistas y peluqueros) homosexuales, que han
impuesto su propio modelo de belleza femenina; la mujer sin culo ni
pechos y que recuerda a un efebo. El prototipo de modelo esquelética
que a su vez generó la “moda de la anorexia” se debe apuntar en
el debe del movimiento gay: Gaultier, Dolce&Gabbana, Calvin
Klein, Marc Jacobs, Armani... Pero la mafia gay del mundo de la moda
todavía ha llegado más lejos. Últimamente, estos diseñadores gays
han comenzado a colocar en las pasarelas a chicos andróginos
vestidos de novia, como el modelo serbio Pejic, intentando confundir
la identidad sexual de los menores. Su poder es tan grande que, como
pasó con la moda de la anorexia, ya han comenzado a generar una moda
por imitación al igual que ocurrió décadas atrás con la
homosexualidad. En los últimos meses se ven ya por muchas ciudades
este tipo de jóvenes a punto de cambiarse de sexo, sin duda influido
por los valores estéticos propagados por las revistas de moda y a su
vez, dirigidos por el movimiento gay.
Amsterdam, país pionero de la
liberalización de las drogas, es la capital del país donde,
también, primero comenzaron a casarse los maricas (2001). La
coincidencia de que todas las ciudades en donde comenzó el
movimiento gay fueran aquellas en las que, precisamente, mayor
consumo de drogas hubo, no puede pasar desapercibida ni ser casual.
Gran parte de esas drogas, como la heroína o la cocaína, potencian
la sexualidad de una u otra manera, de manera que muchos de los
hombres y las mujeres que se convirtieron en “homosexuales”,
pudieron hacerlo, inducidos por el uso de esas drogas. Todavía más
claro es el ejemplo de la droga sexual por antonomasia, el éxtasis,
cuyo uso se extendió al mundo desde la isla de Ibiza a principios de
los 90, convirtiéndola inmediatamente en uno de los templos
mundiales de la homosexualidad. Es evidente que existe una relación
causa-efecto entre ambas tendencias.
FEMINISMO-MOVIMIENTO GAY: LAS “DOS
CUCHILLAS GILLETTE”
Es tremendamente sintomático que en
España se pusiera en vigor la ley de Violencia de Género que abolía
la presunción de inocencia en el caso del varón heterosexual, en
junio del 2004... ¡y al mes siguiente se aprobara el matrimonio gay!
De hecho, todos los países en los que se ha implantado el matrimonio
homosexual son aquellos donde previamente se instaló la paranoia de
género, o lo que es lo mismo, la guerra de sexos apoyada desde el
Estado. Ambos movimientos trabajarían conjuntamente para separar al
hombre de la mujer, como las cuchillas Gillette: “la primera corta,
y la segunda, apura”.
Atendiendo a las innumerables
subvenciones recibidas por el movimiento gay desde la UE y el Banco
Mundial, y siguiendo la pista de éstas, es fácil reconocer que es
la misma élite que financió a Kinsey y Money quien está detrás de
la expansión actual de esta tendencia en todo el mundo. Aunque no
contamos con un documento explícito donde se detalle, el médico
Richard Day, colaborador de la Fundación Rockefeller y experto en
“planificación familiar”, avisó en marzo de 1969 de lo que iba
a pasar: “los homosexuales se mostrarán abiertamente y el sexo se
desligará de la reproducción hasta que los niños acaben creándose
únicamente en laboratorio”.
Estamos en 1969, recordemos, tan sólo
unos meses antes de que se lanzara oficialmente esta Ingeniería
Social.
Actualmente tenemos constancia de que
los intelectuales de la élite reunidos en lobbys como el Club de
Roma o la Fundación Rand hace ya décadas que decidieron implementar
una serie de medidas para limitar o reducir la población mundial.
Entre ellas, bien podría haberse encontrado la homosexualización de
la población. Por supuesto, para que fuera efectiva, debería
mantenerse en secreto porque, si alguien te dijera que te han
convertido en homosexual y no lo has elegido tú mismo... ¡Por eso
se ha revertido de fiesta y jolgorio el movimiento gay!
Sin embargo, en los últimos años, las
entidades que reconocen apoyar y financiar al movimiento gay han
comenzando a expresarse tan abiertamente que ya no puede ser negado
por nadie. Por ejemplo, el lobby “Out on the streets” reúne a
homosexuales de los mayores bancos mundiales que abiertamente
financian el movimiento gay y Goldman Sachs, artífice de la crisis
mundial, ha reconocido sin tapujos que está financiando al
movimiento gay.
Un elemento más para que todo se
pudiera vender como un triunfo de la “libertad”: el factor
cultural y el éxito social. La escritora feminista española Ruth
Toledano escribió en el diario El País en 1999: “ser gay implica
identificarse con un planteamiento más culto que el imperante porque
incluye la diversidad, es más rico, más BONDADOSO y MÁS
DIVERTIDO”. La realidad es que el Poder ha seleccionado a gays y
sólo a gays para el mundo del arte, acabando por coparlo todo, como
una auténtica secta. La influencia de los mitos creados por Kinsey
ha llegado hasta el punto de que las series televisivas
norteamericanas llegaron a imponer una cuota de gays entre sus
personajes: ¡creen que hay un porcentaje de “gays genéticos”!
Obviamente, si los guiones de las series y películas los escriben
los traumatizados miembros de esta secta, en sus guiones para series
o películas pintan a los “gays” como seres más simpáticos,
cultos e inteligentes que los “heterosexuales”, creando una
espiral de promoción que es la clave para entender su éxito actual.
Sin duda, el paroxismo de todo esto llegó cuando la in-creíble
película Brockeback Mountain, que convertía al símbolo masculino
americano por antonomasia, el cowboy, en homosexual, ganó el Óscar
a la mejor película.
Para entonces, los alcaldes de París,
Berlín y Londres ya eran homosexuales, el entonces presidente USA,
Bush Junior, se sabe que tiene su amante gay (Jeff Gannon), su
sucesor, Barack Obama, es bien conocido en las saunas gays de
Chicago, y las sospechosísimas muertes de sus amantes homosexuales
han hecho correr ríos de tinta en Internet. En España, el actual
presidente Mariano Rajoy es conocido en el ambiente gay como “La
trotona de Pontevedra” y su orientación sexual es un secreto tan a
voces que el líder de la corriente gay del PP, Carlos Biendicho, lo
proclamó hace años en un audio que se puede escuchar por Internet.
El poder gay dentro del partido de derechas español es tan
notorio que parece ser dominante en el País Vasco; su anterior
líder, Oyarzábal, lo confesó abiertamente. Algo parecido a lo que
sucede en Madrid: la relación entre el vicealcalcalde Miguel Angel
Villanueva y el empresario bisexual Miguel Angel Flores salió a la
luz a raíz de las muertes en el Madrid Arena durante la fiesta
-satánica- de Halloween, dejando clara la existencia de una mafia
gay ¡dentro del partido cristiano español!
Pero no sólo desde el poder político
es notoria la influencia del lobby gay. En el curso de una
investigación por corrupción, conocimos que el presidente del
Tribunal Supremo español, Carlos Dívar, mantenía una relación
homosexual con su guardaespaldas y últimamente Obama ha nombrado a
dos gays embajadores, uno de ellos en España y otro en la República
Dominicana, dejando bien claro que la portada de la revista Time de
hace unos meses era más bien un anuncio subliminal de sus gustos
sexuales. En los últimos meses, las evidencias de que el actual
presidente de México, Peña Nieto, tuvo una relación con un
travesti y que el partido de la oposición venezolana es un coto
privado del movimiento gay han revolucionado la red. Podemos añadir
la más que rumoreada homosexualidad de los príncipes de Inglaterra
y Mónaco para componer el cuadro real de la política mundial: el
movimiento gay es quien realmente gobierna el Planeta.
LA PARTE BIOLÓGICA
Tenemos al varón castrado
emocionalmente por la propaganda feminista de que la virilidad es la
culpable de los males de la Historia, convertida en política de
estado por la ONU. Pero la sexualidad no es sólo mental, hay una
parte biológica. ¿Hay alguna razón biológica que explique
que los hombres y las mujeres ya no quieran estar juntos?
Desde los años ochenta, zoólogos de
todo el mundo habían venido observando que diferentes especies
animales estaban viendo mermadas sus caracteres masculinos: el tamaño
de sus penes decrecía y, también, su capacidad reproductiva. Al
margen del conocimiento general, los llamados “xenoestrógenos” o
químicos feminizantes presentes en los plásticos y la industria
cosmética estaban dañando seriamente la testosterona y, por ende,
la masculinidad de todas las especies animales.
¿Qué pasaba con los seres humanos?
¿Estaría dañando también su masculinidad y sería la explicación
a la creciente esterilidad en los países donde más productos de
este tipo se utilizan?
Tras décadas ocultando este
importantísimo dato, este mismo año 2013 la OMS reconoció que
estos tóxicos estaban dañando el aparato reproductor masculino y,
seguidamente, un estudio británico alertaba de que el tamaño del
pene de los jóvenes se había visto reducido en dos centímetros en
los últimos años.
Estamos ante la evidencia de que el
proceso de homosexualización tiene una base biológica, o más bien,
una verdadera guerra biológica que ha podido afectar a los miles de
hombres que han entrado en el movimiento gay al ver reducida su
producción de testosterona. La ecuación trauma causado por el
feminismo+feminización por parte de los xenoestrógenos puede ser la
prueba definitiva de esta verdadera conspiración.
Con estas evidencias históricas y
biológicas, el movimiento gay se ha quedado sin argumentos para
justificar que estén propiciando una “liberación de algo”. El
único argumento que le quedaba es que la iglesia ha estado
reprimiendo un sentimiento “natural”... El problema es que, en
paralelo, han aparecido miles de casos de curas violadores
(particularmente de niños) y, para acabar de aclarar la discusión,
el Papa Francisco reconoció hace pocos meses que había un lobby gay
en el Vaticano, es decir, ¡que los homosexuales habían estado
gobernando la iglesia católica!. Dado el número tan alto de niños
que han sido violados en las sacristías (y cuya sexualidad suele ser
modificada) no sería exagerado decir que, al final, ha sido la
propia iglesia la impulsora número uno del movimiento. Por cierto,
Ratzinger reconoció recientemente que en los años 70 -fecha de la
revolución hippie- la pederastia no estaba mal vista: una prueba más
de que el pensamiento new age en el sentido de que “no hay bien ni
mal” ha justificado la homosexualización de la juventud.
Las denuncias de hombres que fueron
violados por curas a lo largo del siglo XX han sido tan numerosas que
no parece exagerado afirmar que la Iglesia ha sido el germen del
movimiento gay (por no hablar de otras religiones como la judía, en
donde se lleva todavía más en secreto). Entre otras cosas, porque
se conoce que el 80% de los niños que sufrieron abusos sexuales, se
convertirán en abusadores cuando se hagan mayores, extendiendo esta
enfermedad como una epidemia.
Pero no sólo a la iglesia se le puede
achacar la extensión de esta epidemia. Al tiempo que se conocía la
punta del iceberg de la pederastia en el show bussiness inglés por
el asunto Jimi Saville, actores que triunfaron de niños como Corey
Feldman (protagonista de la película “Stand by me”) denunciaban
que los abusos sexuales a los niños-estrella son moneda común en el
templo de Hollywood. Es decir, que los niños pasaban por la cama del
productor para triunfar, al igual que en la Antigua Grecia.
Mientras tanto, se extendía la moda de
los mariquitas de la élite que “adoptan” niños o los encargan
por piezas, al más puro estilo, nuevamente, de la esclavitud griega;
siguiendo el ejemplo de Elton John, los cantantes hispanos Ricky
Martin y Miguel Bosé hacían lo propio: ¡con parejas de gemelos
masculinos!
Poca gente sabe que Ricky Martin creó
una fundación para atender a menores que sufrieron abusos sexuales.
Pero todavía es más desconocido que el mánager del grupo Menudo
que le dio la fama, Edgardo Díaz, fue acusado de abusar sexualmente
de los componentes del grupo. El fundado rumor en su Puerto Rico
natal es que Ricky Martin también sufrió esos abusos. Es por tanto
probable, que Ricky Martin se convirtiera en homosexual por culpa de
esos abusos. Pedro Almodóvar también tiene una película sobre
abusos sexuales a un joven, basada, según él mismo reconoció, en
hechos autobiográficos...
Convendría que viérais el vídeo con
el que triunfó Miguel Bosé cuando apenas era un adolescente,
titulado “Don Diablo” y en el que aparece,,, rodeado de niños.
Si escucháis la letra con atención, alucinaréis en colores. Sobre
todo porque, a la luz de todas estas evidencias, es posible que haya
seguido el mismo camino que su amigo Ricky Martin. Recordemos que la
mayoría de los niños que sufrieron abusos sexuales se convierten en
abusadores y, como digo, ambos han “adoptado” niños.
Conociendo que la homosexualidad no es
innata, sino que se aprende, podemos entender por qué actualmente,
en España, el movimiento gay está dando clases de sexualidad a los
niños en los institutos: la “educación” que les ofrecen es la
de los psicópatas pederastas Kinsey y Money. Curioso, porque al
mismo tiempo sus líderes se han quitado la careta, afirmando
abiertamente que su deseo real era destruir el matrimonio.
Dando la razón a Putin, en las últimas
semanas aparecieron varias noticias sobre “padres adoptivos gays”
que estaban violando a sus “hijos”, a la manera griega. Esta
noticia es de Inglaterra y ésta, de Estados Unidos.
Como colofón, el vicepresidente
estadounidense, Joe Biden, agradeció en una reunión con el lobby
judío su “colaboración en la normalización de la homosexualidad.
Si no fuera por su poder en Hollywood y en el mundo de las teleseries
no hubiéramos podido aprobar el matrimonio homosexual”.
Creo que no hace falta decir nada más,
¿verdad?
Rafael Palacios, Rafapal, es autor del
libro “La conspiración del movimiento gay” y dirige la web
rafapal.com con
más de 350.000 lectores mensuales.