domingo, 1 de septiembre de 2013

¿Cómo nació el Movimiento Gay? Lo que nadie te ha contado


Mientras se iba aprobando el matrimonio entre personas del mismo sexo en los países de mayoría católica y protestante, el gobierno ruso ha sido el único de un país cristiano que ha prohibido la propaganda de la homosexualidad. Y no sólo eso: también ha prohibido que parejas homosexuales adopten niños de aquel país. De esta manera, este tema genera hoy día la mayor discrepancia moral del mundo actual, dividiéndolo prácticamente en dos: ¿estamos ante la “liberación de un grupo históricamente reprimido con los mismos derechos que el resto” o ante una imposición subrepticia de una tendencia artificialmente impulsada? ¿Hay algún poderoso grupo en la sombra que pretenda socavar la institución que vértebra la unidad entre hombres y mujeres? ¿Existían todos esos homosexuales antes o ha sido la propia "Propaganda" la que les ha hecho creer que nacieron con una tara congénita para relacionarse sexualmente con el sexo complementario?
Es preciso hacer un poco de historia para conocer cómo ha sido posible este monumental cambio de valores sobre la base de la sociedad humana.

HISTORIA RECIENTE
Es innegable que los últimos 30 años han supuesto una formidable expansión del Movimiento Gay como ninguna otra tribu urbana antes había conseguido. Porque eso, una tribu urbana, fue el movimiento gay en un principio, como los punks, los rockers o los hippies, por poner sólo unos ejemplos. La gran diferencia es que el Movimiento Gay nació en una fecha bien precisa, coincidiendo con la reunión anual de la élite mundial en el Soto de Bohemia de San Francisco, donde  rinden tributo al dios Moloch... y se enzarzan en actos homosexuales.
(Reconocido por el presidente Richard Nixon: ver vídeo:


Aunque hoy día se ha convertido en un acontecimiento en numerosos países, la mayor parte de la gente desconoce por qué se comenzó a celebrar como una fiesta la segregación sexual, es decir; el día en que se condena a los hombres y las mujeres a ir cada uno por su lado y no vivir el Amor. Para acabar el engaño, lo llamaron el “orgullo gay”, el orgullo de la “alegría”, que es lo que significa esa palabra en lengua castellana; la fiesta del hedonismo.

El día 28 de junio, día de “San Adán”, se celebra al “hombre nuevo” con una gran marcha patrocinada por todos los gobiernos del mundo donde este movimiento ha triunfado. La mayor parte de los países católicos de Europa y América celebran la festividad del “Día del Orgullo Gay” como un homenaje a los sucesos que, oficialmente, dieron origen a este movimiento. Poca gente conoce la verdad o, más bien, la leyenda de esos sucesos.

El día 28 de junio de 1969, la policía de Nueva York entra en un bar del Greenwich Village de Nueva York donde se reunían algunos hombres que practicaban la homosexualidad y realiza una redada que fue interpretada como una “agresión a sus derechos”, generando una ola de protestas por parte de estos colectivos; una especie de sublevación. A pesar de que lo cuenta hasta la Wikipedia, la historia oficial ha olvidado que el bar "Stonewall era propiedad de la familia mafiosa Genovese" y en él, además de homosexuales, se daban cita diferentes estereotipos asociados al “hampa de aquella época", como travestis, prostitutos, ladrones, traficantes de droga... Primera flagrante mentira.
La historia oficial nos cuenta que, después de ese suceso, se originó un movimiento social que luchó duramente para que la homosexualidad fuera convertida en una tendencia “normalizada”. La realidad es que tan sólo cuatro años después del suceso de Stonewall, la homosexualidad fue retirada del vademecum de enfermedades psiquiátricas de Estados Unidos que dicta “lo que está bien y lo que es de locos”. Demasiado rápido, ¿verdad? Es decir, que más bien el suceso de Stonewall fue pergeñado cuidadosamente para dar lugar al posterior movimiento; a la manera de las revoluciones prefabricadas que hemos visto en los países árabes, o Ucrania, a principios del siglo XXI. Lo que hoy se conoce como una “bandera falsa”.
Pero, para entender mejor ese extraño suceso, por el que una conducta considerada hasta ese momento tabú en todas las civilizaciones humanas modernas, se convirtiera, casi de repente, en un arquetipo del éxito en la sociedad capitalista, hay que ir un poco más atrás: entender la justificación ideológica y científica para este cambio de tendencia. Conocer a sus ideólogos.
En los años 50, un zoólogo influido por Freud llamado Alfred Kinsey, hijo de un predicador muy represivo con el sexo, decide investigar la conducta sexual humana con el mismo método con el que lo había hecho años atrás con los animales: sin tener en cuenta los sentimientos ni la moral. Quizás os convenga saber que su propio colaborador, Paul Gebhard, afirmó en el vídeo “Historia secreta, los pedófilos de Kinsey” que al doctor le gustaba practicar el sexo con hombres, niños y animales...
Tras conseguir financiación de la Fundación Rockefeller, Kinsey decide realizar una encuesta sobre preferencias sexuales, para cuya muestra sociológica seleccionó... ¡a 2.500 convictos por crímenes sexuales, que cumplían condena en la cárcel por pedofilia, abuso sexual o proxenetismo! Gracias a tan poco objetiva muestra, llegó a afirmar que el 4% de los humanos era homosexual toda su vida, un 10% lo era durante 3 años y el 25% tuvieron alguna experiencia de este tipo a lo largo de su existencia.
Por aquel tiempo se libraba una cruda batalla ideológica y científica entre el poder de los genes y la cultura, como los dos caminos para explicar el comportamiento humano; la genética era asociada con la derecha, como lo inmutable, y la cultura y la educación eran consideradas de “izquierdas”, porque se podían cambiar, es decir, “educar”. Apoyado en la moda de la preponderancia de la genética y en la confusión sobre lo que es hereditario y qué es innato/genético, Kinsey llegó a afirmar ¡el tremendo absurdo de que la infertilidad, o la fobia al sexo complementario, es heredada!
En el año 2000, tanto el Proyecto Genoma como el Proyecto Celera que publicaron el mapa genético humano coincidieron al afirmar que “no existe un gen de la homosexualidad”, es decir, que la homosexualidad no es una conducta innata. Pero en aquella época, obviamente, todavía había mucha confusión.
Durante los “años hippies”, en los que la izquierda tenía el poder asociado con la vitola del “progreso”, se insistía mucho en el benéfico papel de la cultura, dando por hecho el supuesto freudiano de que la represión de la sociedad sobre el sexo había sido el origen de todos los males. Aunque Freud asoció las conductas homosexuales (fobia al sexo complementario) a una relación traumática con cada uno de los progenitores que impedía una correcta identificación con su género, lo cierto es que sus seguidores llegaron más lejos al afirmar que no había ninguna conducta moral específica asociada con la sexualidad, de manera que todas las consideradas perversiones (homosexualidad, pederastia, zoofilia) se convirtieron en “opciones sexuales”. Es decir, los “hijos de Freud” que alumbraron la “sexología” comenzaron a disociar el sexo del amor, siguiendo la estela de la separación entre cuerpo y mente, y genética versus cultura, en la creencia de que el hombre nace egoísta por naturaleza y es la sociedad la que le inculca los valores positivos. Que la Naturaleza es el Mal, vaya.
Siempre imbuidos por esta batalla entre genes y cultura, en la que los primeros se asociaban a Dios y la segunda, a la libertad, otro seguidor de Freud, el psicólogo John Money, quiso demostrar  con un experimento con gemelos que el sexo no tenía por qué corresponder con el género. Es decir, que el primero es un hecho biológico innato pero el segundo se elige, y con él, “la orientación sexual”; otro concepto que empezó a popularizarse en aquel tiempo y que no necesariamente estaría ligado a su sexo original, abriendo la puerta a la normalización de la transexualidad. Que la “Naturaleza” se puede equivocar al otorgar una “identidad de género” diferente a su sexo aparente.
Estamos a principios de los años 60, cuando ocurrió otro de esos sucesos extraños que nos hacen pensar en la existencia de una conspiración.
Resulta que el maquiavélico John Money apareció en un canal de TV norteamericana mostrando al primer transexual de la historia como un logro más de la ciencia... justo cuando una madre judía había parido un par de gemelos, uno de los cuales había perdido el pene en la circuncisión ritual realizada por este pueblo. ¡Lo que Money estaba buscando, qué casualidad! (La mejor manera de comprobar qué es genético y qué cultural, es comparando dos gemelos, que tienen el mismo material genético).
Pues nada: como la familia Reimer estaba viendo el programa de TV, contactaron al terrorífico Money, el cual les aconsejó que practicaran a su niño una vagina artificial, le criaran como una niña y  nunca le contaran la verdad sobre su origen. Dado que, según su teoría, la identidad sexual no se generaba hasta los cuatro años (es algo “educacional”, recuerda), el niño crecería como una niña y no habría más problemas. Tras años “educando” a los dos gemelos varones en su diferencia sexual, Money consideró que el experimento había sido un éxito, porque a los 7 años el niño parecía una niña, a resultas de lo cual, escribió el libro “Man and woman, boys and girls”, explicando que el niño había adquirido la “identidad sexual” de una niña, sin problemas, artificialmente. Esa era la prueba, para estos sexólogos, de que la identidad sexual y la orientación de su pasión eran culturales y no innatas, de manera que se podía elegir... ¡O manipular!!!
Así nació la Teoría de Género, una doctrina que unía al movimiento gay y el feminismo en torno a la culpabilidad de la virilidad de todo lo malo de la historia, y que incitaba a la mujer a tomar el mando y al hombre a feminizarse, paso previo para su posterior homosexualización. Sin duda, condicionados por los planes de la élite como los Rockefeller, que habían creado este movimiento, la ONU acabó convirtiendo esta teoría en política mundial en 1994 durante la Conferencia celebrada en Pekín, como base para la descomposición de la familia tradicional (que tiene hijos). Desde entonces, el Banco Mundial ha donado cientos de millones a los gobiernos de todo el mundo para que desarrollen “políticas de género”, consistentes en adoctrinar en las teorías de los psicópatas Kinsey y Money; inculcando el complejo de culpa por ser varón, de víctima por ser mujer y, por tanto, instando a cada uno de los sexos a no relacionarse amorosamente con el otro. En definitiva, a no fundar una familia.
De lo que los enteramos a la luz del extraordinario documental “John Money y el niño sin pene” es que el gemelo Reimer acabó descubriendo su innata virilidad cuando llegó a la adolescencia y comenzó a experimentar atracción por la mujer, a resultas de lo cual, su madre acabó confesándole la verdad. Acto seguido, David decidió implantarse un pene y, posteriormente, acabó casándose con una mujer viuda y adoptando a sus hijos. Es decir, que no sólo el experimento de John Money fue un fracaso sino que toda la teoría que se construyó a partir de ahí (La Teoría de Género) es un gigantesco fraude científico y una manipulación de tamaño histórico: el Género deriva del Sexo, hasta etimológicamente. ¡Por algo la palabra “gen-éro” deriva de “gen”!
Pero no sólo eso: los traumas generados por el psicópata que inventó la Teoría de Género hicieron que el gemelo Reimer “varón” se suicidara y, posteriormente, también su hermano David, el niño criado como una niña. Estas dos muertes, culpa de este psicópata, marcan el nacimiento de la política que acabaría imponiéndose en el mundo “civilizado” y enseñándose en ¡universidades y colegios como educación sexual!
En el siguiente y excelente vídeo podéis conocer toda esta historia en profundidad.


LA HISTORIA EXAGERADA
Hoy día es una palabra de uso generalizado pero poca gente sabe datar el comienzo del vocablo “homosexualidad”. En realidad, su uso en contraposición a la “heterosexualidad” fue obra de un alemán llamado Ulrich, homosexual por supuesto, quien en 1869 (¡Justo 100 años antes del suceso de Nueva York!) inventó esa falsa dualidad homosexualidad/heterosexualidad. Siguiendo el modelo hegeliano del enfrentamiento de opuestos (tesis-antítesis-síntesis), propuso que había personas que “nacían” con una tara para relacionarse con el sexo complementario; que la esterilidad (o la impotencia) se heredaba, vaya. Por aquella época, Alemania estaba viviendo una recuperación de los valores de la Grecia clásica e, imbuidos de romanticismo y una clara misoginia, reivindicaron que los hombres homosexuales eran una categoría superior de seres, por el mero hecho de no mezclarse con la mujer. Dos teorías explicaban la homosexualidad en aquella época: una, que el hombre homosexual tenía en su interior un alma femenina y la otra: que su masculinidad era tan viril que le impedía relacionarse con el otro sexo. Puede que te resulte curioso saber que el propio Frederick Engels escribió a su amigo Carlos Marx alertándole del poder de la secta gay en esos mismos años. Y es curioso, también, porque, paradójicamente, el movimiento gay y la guerra de sexos serían una derivación de las ideas marxistas de la guerra de clases. También es significativo que, en todo momento, Engels asocie homosexualidad con pederastia, al igual que en la Antigua Grecia.

Lo cierto es que la homosexualidad ha sido una corriente subterránea dentro de las élites a través de las logias de iniciados, comenzando por los propios templarios (la sodomía fue una de las razones por las que fue disuelta) y acabando por los mismísimos nazis, puesto que varios de sus líderes, como Rudolf Hess o Ernst Rohm eran jefes de cuerpos en los que seleccionaban a guerreros homosexuales, a la manera de algunos ejércitos griegos. Poca gente sabe, sin embargo, que el símbolo del triángulo rosa nazi, que acabó siendo adoptado por el movimiento gay, ¡era como identificaban a los pederastas en la Alemania nazi! Precisamente, uno de esos nazis pederastas, el aristócrata alemán Von Bullaseck, sería el mejor informador sobre estas prácticas... ¡de Alfred Kinsey, ideólogo del movimiento gay! ¡Le pagaba dinero por contar sus atrocidades!

EL ROBO DE LA BANDERA DEL ARCOIRIS
Aristócratas, artistas, científicos y políticos pertenecientes a sectas y logias conectadas con la Antigüedad, particularmente ateniense, defendieron a principios del siglo XX que la homosexualidad era la manera en la que se expresaba la “élite cultural” (y política).
La realidad es que es cierto que una cierta élite en esas sociedades antiguas practicaban la homosexualidad, pero hasta la Wikipedia reconoce que esa homosexualidad era pederástica y que, más que un amor entre iguales, era una prostitución poco encubierta para que el efebo se promocionara en el mundo de la cultura y los negocios. Diversos escritos han desmontado la leyenda de la extendida homosexualidad en la Grecia ateniense, poniendo de manifiesto que en Grecia la homosexualidad no estaba tan bien vista como nos han contado, como éste que os recomiendo:

Por ejemplo, tanto en la sociedad ateniense como en la romana estaba mal visto que el aristócrata que practicaba la pederastia “tomara” de su efebo porque así perdía su virilidad. Es decir, que la homosexualidad no era un asunto “entre iguales” sino un acto de sumisión sadomasoquista. Todas estas verdades fueron convenientemente enterradas por las leyendas urbanas inoculadas por el movimiento gay, que llegarían a convertirse ¡en materia de estudio en los colegios! (Asignatura “educación para la ciudadanía”, en España, durante la era Zapatero).
El caso es que estas sectas de raíces babilónicas a las que pertenecía Alfred Kinsey (y probablemente Money) aprendieron del satanista Aleister Crowley sobre el poder de la sexualidad en la creación de hechizos y, particularmente, los rituales con jovencitos. De ahí que, en sus primeros tiempos, la organización norteamericana que pretendía legalizar la pederastia (NAMBLA) marchara dentro del Orgullo Gay y que varios de los fundadores del movimiento, como el poeta beatnick Allen Ginsberg, el comunista Harry Hay y el propio Alfred Kinsey, también defendieran el sexo con niños como parte de la “revolución sexual”. Sólo mucho tiempo después, se desligarían ambos movimientos. Aunque hoy día aparentemente la pedofilia no sea un tema defendido por el movimiento gay, como estamos viendo, siempre han estado muy unidos; todos ellos bebían de las (supuestas) fuentes griegas y romanas, y de los rituales en honor a Satán en los que se ofrecía el sexo con niños.  Como curiosidad, la película de Roman Polanski “La semilla del Diablo”, de 1968, hacía nacer al Anticristo en la fecha del 28 de junio: ¡la fecha en la que nacería el movimiento gay!
En los últimos años, en algunos países como Holanda, se han creado iniciativas para legalizar y normalizar la pederastia, siguiendo exactamente el mismo esquema que antes se utilizó con el movimiento gay: aludiendo a la libertad de costumbres y queriendo hacer creer que el pederasta nace con esa inclinación.
A finales de los años sesenta, y dentro de la “revolución sexual” originada por los seguidores de Freud, que impulsó al movimiento hippie, se comenzó a popularizar la homosexualidad. El que se incluyera dentro del movimiento hippie responde a la doctrina freudiana de la “liberación sexual” para la que “todo estaba bien y había que liberarse de la opresión sobre el sexo”. Como ejemplo, el líder del mítico grupo Mamas & The Papas, John Phillips, vivió una relación incestuosa durante largos años con su hija. Recientemente, el más famoso locutor de la BBC de aquella época del rock and roll, Jimi Saville, se demostró que buscaba niños y niñas para prostituirlos ¡en los mismos orfanatos que patrocinaba para las fiestas sexuales de la aristocracia de linaje... y la  espectáculo! En medio de este gigantesco escándalo, el primer ministro británico David Cameron, fue interpelado hace apenas unos meses por un periodista sobre algunos Lores implicados en estas redes pederastas y su respuesta, balbuceante, fue que “esa investigación no puede continuar porque podría perjudicar a los gays”. (??)
Las aventuras homosexuales de rockeros como David Bowie, Mick Jagger o el propio Elton John responderían a toda esta época de desenfreno de los años 70. Curiosamente, los dos últimos recibieron el título de “Sir” por parte de la Reina de Inglaterra...
Todavía es más curioso conocer que el movimiento hippie fuera enviado a la clandestinidad a raíz de la propagación de la heroína y el LSD que tumbó a esa generación, y que la bandera del arcoiris, tradicional símbolo de la conexión con la Naturaleza... ¡fuera recogida, en ese mismo año 69, por un movimiento, como el gay, que está en contra de ella! Eso sí, curiosamente, a la “bandera del arcoiris gay”, le falta uno de los siete colores: ¿una subliminal referencia a que están en contra de la Naturaleza?
No sólo eso: mientras que la leyenda de los hippies quedaría enterrada en el baúl de lo prohibido, el movimiento gay iría tomando cada uno de los campos de la cultura y los medios de comunicación, hasta capitalizarlos en cada uno de los países, como una auténtica secta, con el agravante de que es la que genera los valores y, por tanto, la que señala el camino del Bien y del Mal. El seguro agente de la CIA disfrazado de artista, Andy Warhol, y su cohorte de travestis, gays y drogadictos marcarían el camino de la exaltación del “arte basura” para copias europeas como Pedro Almodóvar en España, aupado al éxito por el periódico ligado al Club Bilderberg, El País. En 1983, el “profeta gay español” ya anticipaba la “adopción homosexual” con su canción “Voy a ser mamá”, cuya clarísima letra puede aclarar la polémica suscitada en Rusia. Curiosamente, Andy Warhol llegó a Madrid, para dar el “pistoletazo de salida” de la llamada movida madrileña, capitaneada por Almodóvar, ¡EN ESE MISMO AÑO 1983! Sus películas, de clara propaganda gay, como Entre Tinieblas o La ley del deseo, estarían siempre apoyadas por el diario del poder político mundial, El País.
El cine abriría sin duda el camino para la telebasura del siglo XXI, que siempre estaría comandada por presentadores y productores pertenecientes al movimiento gay cuya bandera ideológica es la superficialidad, la exageración, la falsedad y, sobre todo, su odio al amor entre Hombre y Mujer. De rebote, el propio éxito de estas personas induciría a los jóvenes a hablar afeminadamente como fórmula de promoción social.
La misma conexión drogas--movimiento gay se repetiría en las ciudades del mundo donde más se expandió este movimiento: Nueva York, Londres, Berlín, Amsterdam, Madrid y Río de Janeiro. Es sabido que muchas drogas desencadenan el deseo sexual y, con el movimiento feminista golpeando fuerte la guerra de sexos, el varón castrado encontraría en la tribu gay el lugar donde podría satisfacer ese instinto (y, encima, ¡le buscarían buenos trabajos!).
Esta es otra de las pruebas de que el movimiento gay ha sido una ingeniería social y no una liberación de unos instintos reprimidos.

El mundo de la moda quizás sea el ejemplo más claro de todo esto: capitaneado casi exclusivamente por diseñadores (y estilistas y peluqueros) homosexuales, que han impuesto su propio modelo de belleza femenina; la mujer sin culo ni pechos y que recuerda a un efebo. El prototipo de modelo esquelética que a su vez generó la “moda de la anorexia” se debe apuntar en el debe del movimiento gay: Gaultier, Dolce&Gabbana, Calvin Klein, Marc Jacobs, Armani... Pero la mafia gay del mundo de la moda todavía ha llegado más lejos. Últimamente, estos diseñadores gays han comenzado a colocar en las pasarelas a chicos andróginos vestidos de novia, como el modelo serbio Pejic, intentando confundir la identidad sexual de los menores. Su poder es tan grande que, como pasó con la moda de la anorexia, ya han comenzado a generar una moda por imitación al igual que ocurrió décadas atrás con la homosexualidad. En los últimos meses se ven ya por muchas ciudades este tipo de jóvenes a punto de cambiarse de sexo, sin duda influido por los valores estéticos propagados por las revistas de moda y a su vez, dirigidos por el movimiento gay.
Amsterdam, país pionero de la liberalización de las drogas, es la capital del país donde, también, primero comenzaron a casarse los maricas (2001). La coincidencia de que todas las ciudades en donde comenzó el movimiento gay fueran aquellas en las que, precisamente, mayor consumo de drogas hubo, no puede pasar desapercibida ni ser casual. Gran parte de esas drogas, como la heroína o la cocaína, potencian la sexualidad de una u otra manera, de manera que muchos de los hombres y las mujeres que se convirtieron en “homosexuales”, pudieron hacerlo, inducidos por el uso de esas drogas. Todavía más claro es el ejemplo de la droga sexual por antonomasia, el éxtasis, cuyo uso se extendió al mundo desde la isla de Ibiza a principios de los 90, convirtiéndola inmediatamente en uno de los templos mundiales de la homosexualidad. Es evidente que existe una relación causa-efecto entre ambas tendencias.

FEMINISMO-MOVIMIENTO GAY: LAS “DOS CUCHILLAS GILLETTE”
Es tremendamente sintomático que en España se pusiera en vigor la ley de Violencia de Género que abolía la presunción de inocencia en el caso del varón heterosexual, en junio del 2004... ¡y al mes siguiente se aprobara el matrimonio gay! De hecho, todos los países en los que se ha implantado el matrimonio homosexual son aquellos donde previamente se instaló la paranoia de género, o lo que es lo mismo, la guerra de sexos apoyada desde el Estado. Ambos movimientos trabajarían conjuntamente para separar al hombre de la mujer, como las cuchillas Gillette: “la primera corta, y la segunda, apura”.
Atendiendo a las innumerables subvenciones recibidas por el movimiento gay desde la UE y el Banco Mundial, y siguiendo la pista de éstas, es fácil reconocer que es la misma élite que financió a Kinsey y Money quien está detrás de la expansión actual de esta tendencia en todo el mundo. Aunque no contamos con un documento explícito donde se detalle, el médico Richard Day, colaborador de la Fundación Rockefeller y experto en “planificación familiar”, avisó en marzo de 1969 de lo que iba a pasar: “los homosexuales se mostrarán abiertamente y el sexo se desligará de la reproducción hasta que los niños acaben creándose únicamente en laboratorio”.
Estamos en 1969, recordemos, tan sólo unos meses antes de que se lanzara oficialmente esta Ingeniería Social.
Actualmente tenemos constancia de que los intelectuales de la élite reunidos en lobbys como el Club de Roma o la Fundación Rand hace ya décadas que decidieron implementar una serie de medidas para limitar o reducir la población mundial. Entre ellas, bien podría haberse encontrado la homosexualización de la población. Por supuesto, para que fuera efectiva, debería mantenerse en secreto porque, si alguien te dijera que te han convertido en homosexual y no lo has elegido tú mismo... ¡Por eso se ha revertido de fiesta y jolgorio el movimiento gay!
Sin embargo, en los últimos años, las entidades que reconocen apoyar y financiar al movimiento gay han comenzando a expresarse tan abiertamente que ya no puede ser negado por nadie. Por ejemplo, el lobby “Out on the streets” reúne a homosexuales de los mayores bancos mundiales que abiertamente financian el movimiento gay y Goldman Sachs, artífice de la crisis mundial, ha reconocido sin tapujos que está financiando al movimiento gay.
Un elemento más para que todo se pudiera vender como un triunfo de la “libertad”: el factor cultural y el éxito social. La escritora feminista española Ruth Toledano escribió en el diario El País en 1999: “ser gay implica identificarse con un planteamiento más culto que el imperante porque incluye la diversidad, es más rico, más BONDADOSO y MÁS DIVERTIDO”. La realidad es que el Poder ha seleccionado a gays y sólo a gays para el mundo del arte, acabando por coparlo todo, como una auténtica secta. La influencia de los mitos creados por Kinsey ha llegado hasta el punto de que las series televisivas norteamericanas llegaron a imponer una cuota de gays entre sus personajes: ¡creen que hay un porcentaje de “gays genéticos”! Obviamente, si los guiones de las series y películas los escriben los traumatizados miembros de esta secta, en sus guiones para series o películas pintan a los “gays” como seres más simpáticos, cultos e inteligentes que los “heterosexuales”, creando una espiral de promoción que es la clave para entender su éxito actual. Sin duda, el paroxismo de todo esto llegó cuando la in-creíble película Brockeback Mountain, que convertía al símbolo masculino americano por antonomasia, el cowboy, en homosexual, ganó el Óscar a la mejor película.
Para entonces, los alcaldes de París, Berlín y Londres ya eran homosexuales, el entonces presidente USA, Bush Junior, se sabe que tiene su amante gay (Jeff Gannon), su sucesor, Barack Obama, es bien conocido en las saunas gays de Chicago, y las sospechosísimas muertes de sus amantes homosexuales han hecho correr ríos de tinta en Internet. En España, el actual presidente Mariano Rajoy es conocido en el ambiente gay como “La trotona de Pontevedra” y su orientación sexual es un secreto tan a voces que el líder de la corriente gay del PP, Carlos Biendicho, lo proclamó hace años en un audio que se puede escuchar por Internet. El poder gay dentro del partido  de derechas español es tan notorio que parece ser dominante en el País Vasco; su anterior líder, Oyarzábal, lo confesó abiertamente. Algo parecido a lo que sucede en Madrid: la relación entre el vicealcalcalde Miguel Angel Villanueva y el empresario bisexual Miguel Angel Flores salió a la luz a raíz de las muertes en el Madrid Arena durante la fiesta -satánica- de Halloween, dejando clara la existencia de una mafia gay ¡dentro del partido cristiano español!
Pero no sólo desde el poder político es notoria la influencia del lobby gay. En el curso de una investigación por corrupción, conocimos que el presidente del Tribunal Supremo español, Carlos Dívar, mantenía una relación homosexual con su guardaespaldas y últimamente Obama ha nombrado a dos gays embajadores, uno de ellos en España y otro en la República Dominicana, dejando bien claro que la portada de la revista Time de hace unos meses era más bien un anuncio subliminal de sus gustos sexuales. En los últimos meses, las evidencias de que el actual presidente de México, Peña Nieto, tuvo una relación con un travesti y que el partido de la oposición venezolana es un coto privado del movimiento gay han revolucionado la red. Podemos añadir la más que rumoreada homosexualidad de los príncipes de Inglaterra y Mónaco para componer el cuadro real de la política mundial: el movimiento gay es quien realmente gobierna el Planeta.

LA PARTE BIOLÓGICA
Tenemos al varón castrado emocionalmente por la propaganda feminista de que la virilidad es la culpable de los males de la Historia, convertida en política de estado por la ONU. Pero la sexualidad no es sólo mental, hay una parte biológica. ¿Hay alguna razón  biológica que explique que los hombres y las mujeres ya no quieran estar juntos?
Desde los años ochenta, zoólogos de todo el mundo habían venido observando que diferentes especies animales estaban viendo mermadas sus caracteres masculinos: el tamaño de sus penes decrecía y, también, su capacidad reproductiva. Al margen del conocimiento general, los llamados “xenoestrógenos” o químicos feminizantes presentes en los plásticos y la industria cosmética estaban dañando seriamente la testosterona y, por ende, la masculinidad de todas las especies animales.
¿Qué pasaba con los seres humanos? ¿Estaría dañando también su masculinidad y sería la explicación a la creciente esterilidad en los países donde más productos de este tipo se utilizan?
Tras décadas ocultando este importantísimo dato, este mismo año 2013 la OMS reconoció que estos tóxicos estaban dañando el aparato reproductor masculino y, seguidamente, un estudio británico alertaba de que el tamaño del pene de los jóvenes se había visto reducido en dos centímetros en los últimos años.
Estamos ante la evidencia de que el proceso de homosexualización tiene una base biológica, o más bien, una verdadera guerra biológica que ha podido afectar a los miles de hombres que han entrado en el movimiento gay al ver reducida su producción de testosterona. La ecuación trauma causado por el feminismo+feminización por parte de los xenoestrógenos puede ser la prueba definitiva de esta verdadera conspiración.
Con estas evidencias históricas y biológicas, el movimiento gay se ha quedado sin argumentos para justificar que estén propiciando una “liberación de algo”. El único argumento que le quedaba es que la iglesia ha estado reprimiendo un sentimiento “natural”... El problema es que, en paralelo, han aparecido miles de casos de curas violadores (particularmente de niños) y, para acabar de aclarar la discusión, el Papa Francisco reconoció hace pocos meses que había un lobby gay en el Vaticano, es decir, ¡que los homosexuales habían estado gobernando la iglesia católica!. Dado el número tan alto de niños que han sido violados en las sacristías (y cuya sexualidad suele ser modificada) no sería exagerado decir que, al final, ha sido la propia iglesia la impulsora número uno del movimiento. Por cierto, Ratzinger reconoció recientemente que en los años 70 -fecha de la revolución hippie- la pederastia no estaba mal vista: una prueba más de que el pensamiento new age en el sentido de que “no hay bien ni mal” ha justificado la homosexualización de la juventud.
Las denuncias de hombres que fueron violados por curas a lo largo del siglo XX han sido tan numerosas que no parece exagerado afirmar que la Iglesia ha sido el germen del movimiento gay (por no hablar de otras religiones como la judía, en donde se lleva todavía más en secreto). Entre otras cosas, porque se conoce que el 80% de los niños que sufrieron abusos sexuales, se convertirán en abusadores cuando se hagan mayores, extendiendo esta enfermedad como una epidemia.
Pero no sólo a la iglesia se le puede achacar la extensión de esta epidemia. Al tiempo que se conocía la punta del iceberg de la pederastia en el show bussiness inglés por el asunto Jimi Saville, actores que triunfaron de niños como Corey Feldman (protagonista de la película “Stand by me”) denunciaban que los abusos sexuales a los niños-estrella son moneda común en el templo de Hollywood. Es decir, que los niños pasaban por la cama del productor para triunfar, al igual que en la Antigua Grecia.
Mientras tanto, se extendía la moda de los mariquitas de la élite que “adoptan” niños o los encargan por piezas, al más puro estilo, nuevamente, de la esclavitud griega; siguiendo el ejemplo de Elton John, los cantantes hispanos Ricky Martin y Miguel Bosé hacían lo propio: ¡con parejas de gemelos masculinos!
Poca gente sabe que Ricky Martin creó una fundación para atender a menores que sufrieron abusos sexuales. Pero todavía es más desconocido que el mánager del grupo Menudo que le dio la fama, Edgardo Díaz, fue acusado de abusar sexualmente de los componentes del grupo. El fundado rumor en su Puerto Rico natal es que Ricky Martin también sufrió esos abusos. Es por tanto probable, que Ricky Martin se convirtiera en homosexual por culpa de esos abusos. Pedro Almodóvar también tiene una película sobre abusos sexuales a un joven, basada, según él mismo reconoció, en hechos autobiográficos...
Convendría que viérais el vídeo con el que triunfó Miguel Bosé cuando apenas era un adolescente, titulado “Don Diablo” y en el que aparece,,, rodeado de niños. Si escucháis la letra con atención, alucinaréis en colores. Sobre todo porque, a la luz de todas estas evidencias, es posible que haya seguido el mismo camino que su amigo Ricky Martin. Recordemos que la mayoría de los niños que sufrieron abusos sexuales se convierten en abusadores y, como digo, ambos han “adoptado” niños.

Conociendo que la homosexualidad no es innata, sino que se aprende, podemos entender por qué actualmente, en España, el movimiento gay está dando clases de sexualidad a los niños en los institutos: la “educación” que les ofrecen es la de los psicópatas pederastas Kinsey y Money. Curioso, porque al mismo tiempo sus líderes se han quitado la careta, afirmando abiertamente que su deseo real era destruir el matrimonio.
Dando la razón a Putin, en las últimas semanas aparecieron varias noticias sobre “padres adoptivos gays” que estaban violando a sus “hijos”, a la manera griega. Esta noticia es de Inglaterra y ésta, de Estados Unidos.
Como colofón, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, agradeció en una reunión con el lobby judío su “colaboración en la normalización de la homosexualidad. Si no fuera por su poder en Hollywood y en el mundo de las teleseries no hubiéramos podido aprobar el matrimonio homosexual”.
Creo que no hace falta decir nada más, ¿verdad?

Rafael Palacios, Rafapal, es autor del libro “La conspiración del movimiento gay” y dirige la web rafapal.com con más de 350.000 lectores mensuales.


2 comentarios:

  1. Es muy interesante e importante que se deje dela do la discriminación hacia nosotros los gay,y que me encuentro muy feliz con mi pareja
    y vivimos excelentemente y cada fin de semana vamos a Hotel Gay
    de Melgar donde la privacidad, la discreción y el respeto por tu identidad sexual es la mayor preocupación.

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  2. Este artículo es excelentísimo y debe ser divulgado a todo ser humano que no conoce LA VERDAD, aquí comprendemos que toda la ideología gay que se viene imponiendo en el mundo aún contra la voluntad de la gran mayoría de ciudadanos no es más que LA PEOR FARSA DE LA HISTORIA

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